jueves, 22 de noviembre de 2012

persecución

Era noche de luna sonriente, las nubes formaban tejidos desgarrados en un cielo sin orden, sin luz, casi sin vida.
Apreté el paso asustado cuando noté que algo me perseguía, a pesar de saber que toda la culpa era mía, pues me encontraba en aquel lugar y en esa hora que le pertenece.
Me volvía a cada paso sabiéndome espiado, todo salía según el plan.
Fue entonces cuando oí claro como un susurro, sereno como un grito a medianoche, como una risa hueca retumbando hasta meterse en mi cerebro, taladrando con su estoque mí conciencia, acechando cada volumen, cada capítulo, cada página, cada frase, cada morfema derramado por la noche.
En un camino intransitado y lóbrego me detuve por fin a esperarlo. Y pronto sentí sus pasos sordos a mi espalda. Sin volverme pregunté ¿Dónde estás futuro? No respondió, pero sabía, que pronto en mi paladar ardería el veneno lujurioso de la victoria, el reposo final del que ha encontrado lo que después de tanto tiempo está buscando.

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