sábado, 29 de junio de 2013

"Arrancad las semillas, fusilad a los niños" Kenzaburo Oé

Kenzaburo Oé nace el 31 de enero de 1935 en la localidad de Ose (en la actualidad es parte del Pueblo de Uchiko) de la prefectura de Ehime, en 1954, se traslada a Tokio para estudiar Filosofía y Letras, especializándose en literatura europea. En 1958 recibe el Premio Akutawa por su novela "La Presa", en la que narra sus vivencias infantiles. En 1963 nace su hijo Hikari (luz), discapacitado por una hidrocefalia y condenado al autismo. Este acontecimiento se va a convertir en el eje principal de su vida y de su obra. Sus títulos más importantes, como “Una cuestión personal”, “Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura” o “El grito silencioso” girarán, en mayor o menor medida, en torno al tema de su hijo, como también “¡Despertad, oh jóvenes de la nueva era!”. Buena parte de su obra, asimismo no se puede entender sin los efectos de la Segunda Guerra Mundial en Japón y la modernización de este. "Arrancad las semillas, fusilad a los niños" narra las experiencias de 15 adolescentes japoneses internados en un reformatorio durante la Segunda guerra mundial, debido a la intensidad de los bombardeos en la ciudad son trasladados a una remota aldea en las montañas, cuya descripción recuerda a la región de Shikoku en la que Kenzaburo Oé pasó su infancia. Ya durante el viaje los jóvenes son temidos y detestados por los campesinos y al llegar a la aldea, se la encuentran asolada por una plaga que está acabando con la vida de los animales y de sus habitantes. A los pocos días los aldeanos huyen a una comunidad cercana, dejando bloqueados a los chicos y abandonándolos a su suerte. Al grupo se unen un joven coreano llamado I, un desertor del ejército japonés y una joven que fue abandonada en un granero. Todos unidos tratan de construir una vida independiente basada en el respeto, la dignidad y el sentido de grupo, para sacar lo mejor de su desesperada situación. Al volver los campesinos a la aldea, enfurecen por el estado en que la encuentran y los quieren matar a todos. Arrancad las semillas para que el mal no se propague, pero como la epidemia que asolaba el pueblo ¿Quiénes son los que propagan ese mal? Realmente la semilla que hay que arrancar es la de la ideología conservadora y autoritaria que representan los campesinos ¿De qué epidemia huyen? Porque mientras los niños están solos en la aldea no se propaga en ningún momento y ahí está la genialidad de Oé, los campesinos se llevan la epidemia con ellos, porque la epidemia es su sistema social. “Arrancad las semillas, fusilad a los niños” es un relato duro, por la crudeza con la que el escritor japones nos refleja al ser humano. La lucha de los 15 niños del reformatorio contra una sociedad que dictamina que son peligrosos por el mero hecho de ser diferentes es encarnizada. A lo largo del libro, sobre todo en el momento en el que se quedan solos en el pueblo, vemos como este grupo de bandidos es capaz de crear una sociedad igualitaria, sin líderes, sin jefes y con las mínimas normas basadas en el respeto. Es muy interesante la parte de la niña que se ha quedado en el pueblo, sola, porque la han abandonado al haber muerto su madre en la epidemia y probablemente los del pueblo creyeron que ella también estaría contaminada. Cuando los niños la encuentran la adoptan en el grupo y entierran a la madre, lo mismo vemos en el caso de I, un niño coreano también abandonado por la gente del pueblo y el soldado que ha desertado de la guerra. En los tres casos, más el grupo de niños, nos encontramos con seres despreciados por la sociedad. Un extranjero, una chica, un soldado que no quiere pelear, a todos ellos los adoptará el grupo y lograrán vivir en armonía con ellos durante el escaso tiempo que les queda en el pueblo hasta que regresan los campesinos para acabar con todo lo que habían construido. En el lado opuesto, los campesinos, siempre vemos la violencia y el odio en todos sus actos, representados por un alcalde déspota, incapaz de dialogar con los otros o de tratar de comprenderlos de algún modo, solo quiere destruir todo lo que es diferente a ellos. Para colmo, vive en una gran mansión muy diferente del resto de casuchas de los campesinos, o sea, el perfecto cacique. Si algo hay que reprocharle al libro es esa excesiva diferencia entre buenos y malos, los niños siempre son víctimas y los campesinos siempre son verdugos. Pero la verdad es que para la metáfora que Oé quería transmitirnos es perfectamente válido este tratamiento maniqueo de los personajes. También hay otro personaje que entra dentro del grupo de los abandonados, el perro que se encuentran y adopta el hermano del protagonista, este es el único de los “buenos” que va a comportarse de forma negativa cuando muerde a la niña para que luego muera y terminan matándolo también a él. Se puede pensar que en este caso Oé nos presenta un caso de violencia en el grupo de los “buenos” pero yo creo que lo que nos quería decir aquí es que el perro, por muy bueno que sea, no deja de ser un animal y el hombre nunca debería caer en esa violencia. El hecho de que la historia esté ambientada durante la segunda guerra mundial es más que significativo porque nos encontramos ante un decorado de barbarie ya de por sí, el efecto de una guerra en la que todos los países del mundo se están asesinando entre sí es más que evidente en la historia y ayuda a la metáfora reduciendo el conflicto a una escala más humana y facilita la comprensión de la idea principal del libro sobre lo absurdo de la incomprensión entre pueblos y la utilización de la violencia para resolver sus problemas. En definitiva “Arrancad las raíces, fusilad a los niños” es un libro duro de leer porque nos transmite la realidad del ser humano con una crudeza a veces insoportable. Debo reconocer que he sufrido enormemente leyendo este libro, y que me encontré con pasajes en los que las situaciones que estaban viviendo me resultaron difíciles de digerir, es un libro que cuando lo cierras no puedes evitar seguir pensando en todas esas salvajadas. Es un libro que sigue trabajando en tu cabeza una vez que has dejado de leerlo y te revuelve las entrañas, pero al mismo tiempo es un libro que hay que leer para recordarnos lo irracional que puede llegar a ser el ser humano y tratar de remediarlo en la medida que nos lo permita nuestra situación personal. Así que os recomiendo que lo leáis, por muy duro que sea, como una medicina que hay que tragarse para tratar de curar alguna de las muchas enfermedades que asolan nuestra sociedad.

No hay comentarios: