miércoles, 29 de agosto de 2012

"El hombre sin atributos" Robert Musil

 Robert Musil provenía de una familia de la baja nobleza. Destinado a la carrera militar abandona la academia y se licencia como ingeniero. Aunque también estudio psicología, lógica y psicología experimental en la Universidad de Berlín. Enseñó ingeniería mientras escribía su primera novela, Las tribulaciones del joven Törless (1906), descripción de la vida de unos adolescentes en un colegio militar. El éxito de esta obra le animó a dejar la enseñanza y a compaginar su trabajo como bibliotecario y editor de una revista con la escritura. Su obra más importante es evidentemente esta que vamos a tratar hoy, “El hombre sin atributos” (1930–1943), la cual constituye una de las obras narrativas más ambiciosas del XX en la que analiza la crisis espiritual de su época y la descomposición del Imperio austro-húngaro, pero antes de pasar directamente a la obra me parece bastante interesante remarcar su momento histórico. Situada la acción en una fecha anterior a 1914 o lo que es lo mismo, pocos años antes de la primera guerra mundial, con la caída del imperio. Es evidente que Musil elige estas fechas, consciente de su simbolismo. Lo que realmente intenta reflejar es la decadencia de un mundo imperialista que se desmadeja por su propia estructura. Una sociedad sin rumbo y sin esperanza con la que nos podemos vincular muy fácilmente en la actualidad “Nos lanzamos de rodillas en el subsuelo del tiempo y creemos pertenecer al presente.” Esta frase es especialmente interesante ya que habla de la sensación de que vivimos en la mejor época, con los mejores avances y la mayor calidad de vida pero realmente no es así. Aunque todavía me parece más importante la fecha en la que comenzó a escribir el libro. 1930, un año después del crac del 29 que haría temblar todo el mundo bursátil y la primera gran crisis del capitalismo. Y la última fecha es la de su finalización, no total evidentemente porque no pudo terminar su cometido ya que la muerte le sorprendió donde siempre había estado, en su despacho trabajando. 1943 dos años antes de que acabara la II guerra mundial.
Y ya comienzo con la obra. Lo primero que hay que destacar es que no se puede considerar como una novela narrativa al uso y tampoco como un libro filosófico. Este concepto que Musil llamó ensayismo le permitió desarrollar ideas filosóficas a través de unos personajes que trabajan efectivamente por el bien de la filosofía más que por el de la narrativa. Como maestros de Musil no podemos olvidar a Platón a la hora de contar historias para alcanzar un fin filosófico en cuanto a la forma porque en cuanto a la ideología, hay que reconocer que la de Musil es completamente nietzscheana. Pero quiero comenzar por los personajes. El más destacado evidentemente es su protagonista, Ulrich, el antihéroe “Usted quiere que yo posea cualidades que no puedo tener, y hacer cosas que me son imposibles de alcanzar.”, el hombre sin cualidades, lo cual luego veremos, si que es tan malo como parece. Evidentemente la idea la saca de Nietzsche cuando habla de la virtud en el ser humano como algo añadido, antinatural, que no nos deja pensar por nosotros mismos y por lo tanto no podemos llegar nunca al concepto de verdad absoluta. Ese es Ulrich, por eso molesta mucho a Arheim que representa al hombre moderno, triunfador o como lo llama Fischel, el financiero filósofo, el hombre socialmente perfecto vamos, y por lo tanto el perfecto enemigo de alguien que no se deja llevar por los convencionalismos sociales “Él quisiera dar un sentido al hecho de que come, bebe, duerme, porque es el gran Arheim y sin embargo no sabe si debe casarse con usted o no.” Llegará a decir Ulrich de él. También tendrá las suyas con Walter el cual incluso quiere matarlo, Walter es un hombre simple y representa el concepto del catolicismo que Nietzsche tenía, por eso quiere matar a Ulrich como Nietzsche mató a Dios. También tenemos al conde Linsdorf que forma parte como casi todos de la llamada acción paralela; una especie de sociedad patriótica en la que se proponen entre otras cosas un año Nietzsche, un año Ulrich y la que a mi me parece más interesante, la creación de una cronología histórica basada en las ideas y no en los hechos, una historia de las ideas por así decirlo. Un sinfín de personajes que pueblan las páginas del hombre sin atributos donde la acción se centra casi por completo en las conversaciones que estos mantienen entre sí más que una acción literaria. Destacan entre otros Soliman un negro que adoptaron de pequeño y representa el ser animal en estado puro, sin esos conceptos de virtud de los que hablaba antes, por el contrario él se muere por imitar a sus amos y llegar a ser como ellos hasta llegar a buscar un supuesto certificado en el que se confirmaba que lo habían robado de una familia real africana. Y Rachel, la pequeña sirvienta con la que tendrá una relación amorosa más cercana a la desesperación que a la propia pasión sexual. Ya que ella, como todas las mujeres del libro, incluida su media hermana Diotima en una relación incestuosa pero nuevamente más próxima al psicoanálisis que desarrollaría Freud, está enamorada de Ulrich. Diotima es, cómo no, la mujer de Arheim. Otra de las que cae en sus redes es Clarisse con un encuentro sexual frustrado porque los dos se dan cuenta de lo absurdo que era todo eso, ella despechada de su marido Walter, al que no quiere, y tras la insistencia de este por tener un hijo intentará convencer a Ulrich para que sea él el padre, terminando en el sonoro fracaso ya mencionado no sin antes decirle a su marido “En lugar de hacer algo por ti mismo querrías perpetuarte en un hijo.” Bonadea es otra de las mujeres enamoradas de Ulrich y todas están enamoradas de él justamente porque no tiene cualidades, el hombre sin cualidades alcanza la perfección. Por último, pero no por ello menos importante, está Moosbrugger, el pobre Moosbrugger, un obrero solitario, pisoteado por una sociedad que detesta y además le obliga a trabajar en interminables jornadas de trabajo por un mísero jornal que terminará asesinando a una prostituta siendo condenado a muerte por ello. Es la gran víctima de la sociedad, el hombre corriente, la clase media trabajadora. Además, en el mundo de Nietzsche, se trata el concepto de que como Dios ha muerto, lógicamente el hombre debe alcanzar una nueva posición en el mundo de lo que luego derivaría la idea tan ensuciada por el nacismo posteriormente del superhombre. El hombre como puente a un ente superior, evolucionado y perfecto en todos los aspectos. De Moosbrugger tomamos la parte en la que Nietzsche habla de la infinidad de posibilidades que se le presentan al hombre tras la muerte de Dios, y la posibilidad de alcanzar una libertad absoluta, sino evidentemente corporal, si moral o ideológica. Cuando Moosbrugger está en la cárcel dice que puede llegar a todos los lugares posibles a todas las realidades imaginables, estar al mismo tiempo en un sitio y en otro, ser capaz de oírlo todo y todo saberlo. Moosbrugger es sin duda el hombre con todos los atributos y el gran mártir de la sociedad “Dos mil hombres condenaron a muerte a vuestro amigo Moosbrugger porque ellos no lo van a ejecutar con sus propias manos.”
Todos estos personajes viven en una ciudad llamada Kakania donde se pasean y piensan dentro de esa libertad proclamada por Nietzsche, sin olvidarnos del trasfondo político existente en el Imperio.
Ahora pasaré a desmadejar alguno de los pensamientos fundamentales de la obra. Aunque evidentemente ya he hablado de ellos para designar a los personajes. Lo más importante de la obra son los dos conceptos que Musil toma de Nietzsche:
-Al no existir Dios el centro del universo se desplaza ¿Al hombre? Más bien al superhombre. “Es el diablo el que ha construido el mundo europeo, y Dios ha querido permitir a su oponente demostrar lo que era capaz de hacer.” Como no existe Dios no existe el diablo y menos el pecado, por lo que todo lo que consideramos como bien y mal entra en controversia o desaparece, como el pobre Moosbrugger. “Tenía la necesidad de ser el centro de un gran calor vivo.”
-La infinidad de realidades. Si dudamos de todo, deja de ser real y a la vez cualquier cosa puede serlo.
-Las dos almas. Una creada por la sociedad que nos obliga a hacer lo que es aceptado socialmente. La otra es nuestro verdadero yo, aquel al que tratamos de enterrar para que se quede siempre bien oculto o se despertaría creando un enorme caos en el mundo. El hombre que se libera de la sociedad “nadie es únicamente una persona de razón o de provecho; cada uno ha comenzado su andadura en este mundo con un alma viva, pensó ella, pero lo cotidiano lo empantana, las pasiones ordinarias pasan sobre él como un incendio, y la frialdad del mundo provoca en él ese gel que le consume el alma.” Esta idea de Nietzsche está tomada a su vez del pensamiento budista del que el gran filósofo llegó a denominar como la más perfecta y mejor acabada de todas las religiones, si bien admitió en ella algunos desajustes. Pues algunos maestros budistas del siglo IX llamaban el "hombre verdadero sin situación", a un ente marginal y carente de esencia fija y de definición cerrada. No obstante se cuenta una curiosa historia sobre el maestro de la secta budista T ch'ang al hablar asía ante su auditorio. "Sobre vuestro conglomerado de carne roja hay un hombre verdadero sin situación, que sin cesar entra y sale por las puertas de la cara. ¡A ver qué opina de esto alguno que no haya hablado todavía!'. Uno de los monjes salió del grupo y preguntó cómo era el hombre verdadero sin situación. El maestro bajó de su banco de meditación y atrapando al monje e inmovilizándolo, le ordenó: '¡Dilo tú mismo, dilo!'. El monje vaciló. El maestro lo soltó y dijo: 'El hombre verdadero sin situación es un montoncito cualquiera de excremento'. Y se volvió a su celda".
El profesor Demiéville también trató el concepto: "La expresión hombre verdadero deriva directamente de los filósofos taoístas de la Antigüedad, aunque también haya sido utilizada para designar a Buda y al Arhat (el santo liberado) en las primeras traducciones chinas de los textos búdicos. La palabra situación se aplica en el vocabulario administrativo a la situación de un funcionario en la jerarquía oficial. Como esa jerarquía incluía a toda la élite social, que era la única que contaba en la antigua China, un hombre sin situación era un ente marginal, carente de estatuto, una entidad indeterminada. Es más o menos en el sentido de Lin Tsi que el novelista austriaco Robert Musil, que se interesaba tanto por Lao Tsé poco antes de su muerte trágica en 1942, concebía a su héroe como un hombre sin características particulares, Der Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin atributos en la traducción castellana)".
En el Imperio Austrohúngaro declinante, agobiado por las pomposas pretensiones de la Corte y por las constantes reivindicaciones del archipiélago de pequeñas y grandes naciones y culturas que lo componían, ser un hombre sin atributos, reivindicar sólo la propia disponibilidad, sin previas adhesiones obligatorias a supuestas causas, sagradas o no, a determinadas normas de conducta, dictadas de una vez y para siempre y destinadas a regir la sucesión de generaciones fugitivas, supuestamente idénticas unas de otras, representaba no una forma de egoísmo o una manera de volverle la espalda a la realidad, sino una sana desconfianza hacia lo consabido, lo no reflexionado, lo impuesto por la inercia aplastante del mundo “Pienso, dice Ulrich, que todo progreso es al mismo tiempo una regresión. Nunca hay progreso sino en un sentido determinado. Y como nuestra vida, en su conjunto, no tiene ningún sentido, ella no conoce de ninguna manera, en su totalidad, el verdadero progreso.” Igual que podríamos encontrar en esos personajes deshilachados de Samuel Beckett. Lo que está claro es que Musil continúa de plena actualidad en las reflexiones actuales sobre la crisis y el estatuto del sujeto, y en la desconfianza de algunos hacia todas aquellas ideologías que exaltan, sin mayores precisiones, los méritos discutibles del concepto de identidad.
Espero que hayan quedado claros los puntos más importantes de esta monumental obra de Musil, evidentemente he tenido que seleccionar lo que me pareció más importante porque si hubiera tratado cada apartado filosófico del libro en profundidad hubiera necesitado escribir un nuevo tomo de la novela. Espero que este artículo os de ganas de leer a un escritor tan rico en ideas filosóficas como es Musil y lo disfrutéis como un buen coñac, a sorbos largos y delicados.

2 comentarios:

gloria dijo...

pura filosofia... resulta prometedor!!

La huerta de José dijo...

hola jesus, se puede bajar este libro, el hombre sin atributos, lo necesito para estudiar, gracias y un abrazo